Las úlceras arteriales son secundarias a insuficiencia arterial, es decir, a la obstrucción parcial o total de las arterias, lo que lleva a la muerte del tejido (muerte de células) y ulceración. Esto se observa sobre todo en piernas y pies donde las arterias se ocluyen con mayor frecuencia por ser de menor calibre (mas angostas).
El paciente refiere dolor en las extremidades con el ejercicio; sensación de adormecimiento o fatiga de las piernas; dolor nocturno en los pies cuando el paciente ya está recostado, que se quita al moverse o ponerse de pie; o dolor al caminar determinadas distancias que le impidan seguir avanzando.
La pierna y el pie se encuentran fríos y sin vello, la piel se observa delgada y brillosa.
El dato más importante para confirmar la sospecha de úlcera arterial es la ausencia de pulsos en el pie o atrás de la rodilla.
Ante este cuadro lo más importante es acudir con el especialista en cuidado de heridas, quien sabrá diferenciar entre una ulcera venosa y una ulcera arterial, ya que el manejo es totalmente distinto.
En esta úlcera arterial observamos un aro rojo alrededor de la herida que nos siguiere la presencia de infección.
El diagnóstico se confirma realizando estudios vasculares invasivos o no invasivos, como el ultrasonido dúplex arterial o la arteriografía, considerada como el estándar de oro para este diagnóstico.
Este tipo de heridas requiere de un tratamiento multidisciplinario, en el que el cirujano vascular, mediante cirugía abierta o cerrada, revasculariza (regreso de la circulación normal de la sangre) la extremidad afectada y el especialista en el manejo de las heridas logra, mediante técnicas avanzadas, el cierre total de la herida, así el paciente mejora su calidad de vida y se reincorpora a su vida diaria de una manera más rápida